jueves, 22 de julio de 2010

Mi peor enemigo (3/3)

...Y desenlace.


VI 

Después de lanoche que vi a Raquel no regresé al chalet. Intenté llevar una vida lo másnormal posible en mi piso de Lavapiés.
Al cabo de varios días una idea empezó a brotar en mi cabeza. Alprincipio era como algo que tienes en la punta de la lengua, pero que noaciertas a decir. Las sinapsis de mi cerebro seguían trabajando por su cuenta,pese a mi estado general de estupefacción, y empezaban a darme señales de quesabían perfectamente cuáles eran los siguientes pasos.
Sin embargo, mi mente consciente aún se bloqueaba antes de que terminasede formular aquella idea de una forma tangible. Era un proceso subconsciente quese desencadenaba cada vez que pensaba en Raquel, la mujer de mi vida felizmentecasada con otro tipo que resultaba ser yo mismo. Tardé en identificarclaramente ese pensamiento como lo que era: la tentación homicida.
Mi amigo Norberto me solía decir que yo soy mi peor enemigo. Que teníauna actitud de mierda, destructiva, y que era mi baja autoestima me impulsaba ahacerme daño una y otra vez. A hundirme yo solo cada vez más. Esa idea de yomismo como mi peor enemigo me obsesionaba desde hace años. Incluso compuse unacanción para Surrender inspirándome en ella.

Eresmi peor enemigo,
nome puedo librar de ti,
memiro al espejo y te veo,
yono sé  que querrás de mí.

Sí, ya se querimar “de ti” con “de mí” suena un tanto ripioso, pero ya he dicho que nuncallegué muy lejos en el mundo de la música.
Llevaba tanto tiempo obsesionado con la idea de que yo era mi peorenemigo que acabé llegando a la conclusión de que tenía que derrotar a eseadversario y que la única manera de hacerlo era matándolo. Por eso salté delviaducto. Pero, en vez de morir, aparecí aquí. Algo tan absurdo que, porfuerza, tiene que tener algún sentido. Si sigo vivo en el momento deescribir es por una razón: porque no tuve éxito en el objetivo de matar a mienemigo.
Esa es la causa de que yo esté aquí. ¿Y las consecuencias?, tepreguntarás ¿Cuáles van a ser?
En ese sentido, todo lo que he leído sobre multiversos es bastanteconcluyente: no puede haber dos Javier Salamanca en la misma dimensión. Sobrauno. O sobran los dos. Mi misión aquí solo puede ser esta: terminar lo quecomencé cuando salté del viaducto. Eso es lo único que hará cobrar sentidoa mi existencia en este mundo.

VII

Quiero que quedeclaro que no lo hago porque mi yo en esta dimensión se parezca mucho al típicocabrón capitalista envuelto en palabrería progre que siempre he odiado. No esporque en las dos últimas semanas me hayan increpado varias veces por la calle,a causa del polémico expediente de regulación de empleo en Cyfr.es. No esporque haya adivinado la contraseña de su correo electrónico personal (no meresultó difícil: era el nombre de un gato que tuvimos de pequeños) y hayacomprobado que Javier Salamanca dista mucho de ser el hombre moderado, juiciosoy altruista que la mayoría cree. En realidad, acosa moral y laboralmente atodos sus empleados, los directivos que dependen de él casi no tienen vidapersonal y, además, se lo monta con la directora del departamento deresponsabilidad social corporativa, una tal Ingrid, a la que mantiene en unconstante tiovivo emocional, exactamente igual que hace con Raquel.
No es por eso. Ni siquiera es por los celos indescriptibles que me generapensar que él está con Raquel. Pensar que Raquel me dejó por mi otro yo me sacade mí mismo. Me desquicia saber por qué mi otro yo supo retenerla y yo no supe.  
Pero no es por eso. Es simplemente porque tiene que ser así. Porque tieneque haber un motivo para mi viaje interdimensional. Y esta es la única razónposible.
Reconozco que la idea de suplantar a mi otro yo me tienta, sí, pero sóloen un punto. No es por el dinero, ni por la fama. Nada de eso. Es,exclusivamente, por volver a estar con Raquel, aunque sólo sea una vez. Herepasado mentalmente como será. Ella me dirá que me nota extraño, mepreguntará  si me ha ido bien en el trabajo. Yo haré el signo enlenguaje de sordos para “cállate”, schhhhhhh, poniendo al final el dedo índiceen sus labios. Luego nos daremos un largo y cálido beso y dejaré que meconduzca a la cama. Sobrarán las palabras durante un buen rato. Nos agotaremosel uno al otro y terminaremos durmiéndonos abrazados y sudorosos.
Después de eso... no sé. La imagen anterior viene a mi mente de formacompletamente vívida, casi como si ya estuviera allí. Sin embargo, pensar enuna vida en común con Raquel y con Schrödinger en el chalet de Pozuelo no megenera en absoluto la misma sensación de verosimilitud.
Creo que lo más probable, de todas formas, es que yo desaparezca encuanto apriete el gatillo y descerraje un tiro contra la cara sorprendida de miotro yo. Termino mi misión incompleta y me esfumo de este mundo de forma tanincomprensible como vine. Me suicido. Es lo que parece más lógico, aunque¿quién sabe?

VIII

Estoy casiterminando. Sólo quedan dos horas para que mi otro yo empiece con su sesiónmatutina de footing y ya lo tengo todo preparado. Es sorprendente lofácil que resulta conseguir una pistola.
Si has encontrado y leído este manuscrito es porque he tenido éxito en laparte fundamental de mi plan y he matado a Javier Salamanca.
Si lo has encontrado tirado en alguna parte del camino por el que sueleir a correr poco antes de ir a trabajar, es que yo he muerto con él y me heesfumado.
Si, por el contrario, aparece dentro de muchos años en un estuche demetal junto al cadáver descompuesto de mi otro yo, es que yo he seguido convida después de matarlo.
Si se cumple esto último, el objeto de mi misión cobra nuevas lecturas:el Salamanca perdedor, el fracasado que ha tomado todas las decisionesincorrectas en su vida, el que sólo sabe hacerse daño a sí mismo, ha matado yse ha quedado con la vida del Salamanca emprendedor, el triunfador que haacertado en todo lo que suponía su propio beneficio, pero que no puede evitarhacer daño continuamente a otras personas.
No sé si esto contiene alguna enseñanza trascendental, la verdad, perosi sucede de ese modo, tendré el resto de mi vida para pensar en ello.
Lo que me ha pasado es algo tan extraordinario que en ningún caso me lopodía llevar a la tumba. Al menos eso pienso. Aunque también pienso que haberescrito esto podría ser sólo otro eslabón en mi larga cadena de equivocaciones quepuede costarme volver a arruinar mi vida. Otra vez. Quizá esto era una enésimaoportunidad y la estoy otra vez tirando a la basura.

2 comentarios:

  1. alucino Sergio, cada vez me gusta más lo que escribes! será que llevaba tanto tiempo sin leerte que se me había olvidado lo genial que eres!

    volvíii =)

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  2. :_) Cómo me dices esas cosas!? Yo también tengo ganas de hablar contigo!!

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