jueves, 12 de septiembre de 2013

Valor y precio

El tipo de la contrata de telefónica ha venido esta mañana para ponerme el Internet (con el que ahora mismo -entre otras cosas- escribo este blog). Una operación en principio sencilla, acabó demorándose toda la mañana. Primero no teníamos ni idea de donde estaba el cajetín. Cuando lo hemos encontrado, resulta que el hombre no tenía una escalera adecuada para subirse hasta allí, ya que estaba colocado con odio: a unos cuatro metros sobre el nivel de la calle y en la fachada menos accesible de la corrala. Pero como su empresa debe trabajar para Telefónica por objetivos, o algo así, el individuo ha decidido trepar hasta el cajetín prescindiendo de los más elementales consejos en materia de seguridad laboral. Bendita productividad.

El caso es que he tenido que estar yo abajo sujetando la escalera metálica plegable súper cutre que temblaba armonizadamente con el tembleque de las piernas del técnico, quien además estaba bastante gordo.

En esas, ha pasado un hombre mayor, de unos 65 o 70 años, calvo, y se ha fijado en los carteles de La Caixa de enfrente de mi casa, los de "alquiler solidario", que anuncian pisos de alquiler "desde" 150 euros.

-Coño. ¿¡Tanto han bajado!? -dijo interpelándome y esperando respuesta, mientras yo mes esforzaba porque el pobre técnico no se descalabrase contra el suelo. Le he contestado, intentando no descuidar mi misión de sujección.
-Yo vivo enfrente y en todo este tiempo no he visto que den ninguno. Es una engañifa más de los bancos. Te obligan a abrir una cuenta y te meten en una lista de espera. Y, si reúnes las condiciones, te lo dan, pero te hacen firmar un contrato de alquiler con opción a compra y, si al cabo de unos meses, tienes que dejar el piso, te funden. Bueno, en relidad no lo sé, no he preguntado, pero supongo que es algo así. El caso es que yo pago 400 euros por mi estudio y me doy con un canto en los dientes.
-¡Los bancos! ¡Y somos nosotros los que ahora tenemos que solucionar lo que han hecho!
-¡Qué vergüenza! ¡Estamos viviendo un traspase brutal de dinero público, es decir, de todos, nuestro dinero, a las manos sucias y privadas de los bancos! Ellos no arriesgan nada: llevaron a cabo unas estrategias depredadoras para ganar más dinero en la época de la burbuja... algunos siguen ganando un montón de dinero especulando con la deuda... pero si algo sale mal, somos nosotros los que tenemos que rescatarles. Y encima nos hacen sentirnos mal diciéndonos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
-¡Claro que sí, muchacho! ¡Lo has dicho muy bien! Los beneficios son para ellos siempre. Y las pérdidas siempre para nosotros.

Y ahí seguimos, hablando de los verdaderos culpables de la crisis y de cómo la economía real está conectada con la financiera, hasta que el técnico de la contrata que trabaja para Telefónica dijo:

-¡Eh! ¡Ustedes! Le importaría a alguno ayudarme a bajar. Gracias.

El abuelete calvo se ha ido deseándome suerte. Me ha contado que tenía un hijo de mi edad, que estaba en paro (su hijo), que estaba todo muy mal, que no entendía como no había habido manifestaciones más grandes y violentas aún y que teníamos que entrar al asalto en el congreso y que fuera lo que Dios quiera.

Pero al cabo de un rato ha vuelto a pasar por delante nuestro. Esta vez ha visto otro cartel que hay en frente de mi casa. El de cortes de pelo a 5 euros. Es una peluquería regentada por chinos. No tengo nada en contra de las peluquerías regentadas por chinos, pero está claro que para sacarle rentabilidad a unos cortes a ese precio, deberán trabajar más deprisa y con menos atención que una peluquería estándar.

-Los chinos están tirando tanto los precios que algunas actividades dejan de ser sostenible -le dije-. Es una observación que vale para lo microeconómico como para lo macro: mire la minería, por ejemplo.
-Mira -me contestó-. Hay que mirar cada uno por el interés propio. Si me cuesta la mitad aquí que en mi peluquería de toda la vida, voy a empezar a venir aquí. Y punto.

Y se ha vuelto a ir.

Repito que no tengo nada en contra de las peluquerías regentadas por chinos... pero la buena impresión que me ha dejado este hombre en un principio se ha desvanecido.

No porque quiera cortarse el pelo en unos chinos, insisto. De hecho está bastante calvo, así que, en su caso, cinco euros sí es un precio justo por un corte de pelo. Es por el hecho de que es el tipo de persona que piensa que todo lo que nos está pasando es por culpa de los bancos. Y no es cierto. Es culpa de todos y cada uno de nosotros, aunque está claro que de unos más que de otros.

Todos reproducimos en nuestra vida cotidiana el sistema capitalista: el egoísmo y la insolidaridad. El mirar solo por el dinero a la hora de elegir dónde te cortas el pelo no es muy distinto a mirar solo por el dinero a la hora de invertir en unos bonos u otros...

Especulamos constantemente, reproducimos el comportamiento de los mercados en nuestro día a día. Mirar cada uno por el interés de cada uno y no preocuparse por si los demás salen adelante dignamente es la máxima del sistema capitalista y de la derecha neoliberal. No sé si lo enseñarán así tal cual en las escuelas de negocio o lo adornarán un poquito.