lunes, 24 de agosto de 2009

Euskohumor






ACCIONES
- ¡¡Las acciones del Estado legitiman nuestro modo de actuar!!
- ¡Exactamente! ¡Esa es la idea! ¡Ese es el camino!
- Y... nuestras acciones, ¿legitiman la forma de actuar del Estado?
- ¡No cojas ese camino! ¡No nos lleva a ningún lado!
Me encanta este humorista gráfico, Zaldieroa. Publica en Berria. Ni suelo pensar como él, ni tampoco es que me ría con sus tiras. Pero me gusta, me mola su estilo. Y además sirve para aprender euskera.

jueves, 20 de agosto de 2009

Aste Nagusia






















Aste Nagusia son las fiestas de pueblo más grandes del planeta. Todo el mundo en la calle. Todo el centro de la ciudad tomado por las txoznas (casetas) de las 32 konpartsas (peñas) que animan esta semana grande de desenfreno báquico. Por la noche puede haber cinco conciertos simultáneamente en distintos escenarios repartidos por toda la ciudad. Se consume kalimotxo a granel. Hay concursos de feos y de hacer tortillas. Unos intentan politizar descaradamente el contenido de la fiesta mientras critican a los otros por hacer lo mismo, y viceversa. La mayoría pasa de historias y consume destornillador, cerveza y más kalimotxo a granel. Las calles huelen peor cada día que pasa. Nuevas formas de vida florecen en los urinarios públicos. Se pasa del calor abrasador al sirimiri. Los que trabajamos estos días tenemos ojeras. El metro funciona las 24 horas, pero han suspendido el préstamo de bicicletas por temor a que terminen todas en la Ría (con sus conductores). Te invitan a cerveza personas que no conoces. Invitas a personas que no conoces a cerveza. Se comenta que se liga más. El recinto festivo está hasta los topes de gente con pelucas de colores chillones. La Plaza Circular es un sambódromo. Lo primero que ven los turistas que salen de la estación de tren de Abando es una multitud etilizada bailando Shakira. Los viejunos oyen bilbainadas y los jovenzuelos a Gatibu. SKA-P en Botika Vieja suenan de culo. En Sinkuartel pinchan a La Polla Records. En Bizizaleak hay bocatas veganos. En Mekaüen hay platos exóticos y solidaridad con los pueblos del tercer mundo. En Kobetamendi la charaina retira propaganda presuntamente proetarra. Bilbao arde por los cuatro costados, pero no es por culpa de la Kale Borroka. De momento. Amenazan con liarla parda este fin de semana. Los sismógrafos de todo el hemisferio norte registran el estruendo de los fuegos artificiales desde el Parque Etxebarria. Hay puestos ilegales de pinchos morunos que están deliciosos. Huele a marihuana. Reina Marijaia, la señora de la fiesta y cada cuatro minutos suena en algún punto de Bilbao ‘Marijaia badator’, su himno. Una canción para niños jodidamente pegadiza. Marijaia behera / gure Marijaia / Bilbora etorri da / Aste Nagusira.

Si no os estáis enterando de nada es que no estáis en Bilbao, que es el mejor sitio del mundo para estar durante estos días.

martes, 4 de agosto de 2009

¿Qué fue de José María Arteta?


Llevo días echando con bastante nostalgia de mis años mozos y me he acordado varias veces de este buen hombre: José María Arteta (Madrid, 1953), alcalde de Móstoles entre 1995 y 2003 por el PSOE. Un tipo que, para mal o para bien, marcó a toda una generación de mostoleños que crecimos bajo su gobierno, por llamarlo de alguna forma. Txema Arteta, considerado todo un pionero en eso del soft power, tiene reservado un rinconcito en el corazón de todos los que fuimos vándalos adolescentes.

La mayoría de los mostoleños, en los sondeos de opinión, señalan que sienten muchísima más seguridad y tranquilidad desde que Arteta no es alcalde y ocupa el puesto de primer edil Esteban Parro, por el Partido Popular. A mi me pasaba al contrario. Me sentía más seguro con José María Arteta. Parro se convirtió en el azote contra el botellón, el graffiti, la compraventa de drogas blandas y las manifestaciones ácratas no autorizadas, asuntos de los que Arteta -se decía- pasaba ampliamente. Y a los que mis amigos y yo éramos adeptos en mayor o menor grado. Los jóvenes más adergraunds y la izquierda radikal comenzamos a reivindicar a Arteta siete minutos después de que fuera depuesto. También inventamos el término artetismo para definir su acción política que -decíamos con maldad- consistía en dejar hacer a sus asesores, concejales y policía municipal lo que fuera, mientras él no tuviera que hacer nada.

Con la misma mala baba solíamos mis amigos y yo imaginar diálogos ficticios como el que sigue.

-Alcalde, unos jóvenes han okupado la antigua casa de Correos, precioso edificio neomudéjar que, por nuestra inoperancia, lleva pudriéndose sin uso desde la llegada de la democracia. Sería cuestión de echarlos de ahí antes de que hagan algo mejor que lo que hemos hecho nosotros con ese inmueble histórico (nada) y quedemos en evidencia.
- Pero, ¿tendré que hacer algo yo?
- No.
- Entonces estupendo. Echadlos.

Arteta tenía bastante fama de vago, la verdad. Y también -y seguramente esto es absolutamente injusto- de vividor. Y por eso perdió las elecciones. Quizá fueran todo infundios generados, en gran parte, por gente interesada en quitarle de ahí. Yo tengo entre mi archivo cerebral de recuerdos la imagen del ex alcalde, hace como 12 años, paseando por el centro de Móstoles acompañado de sendas jovencitas, en plan velinas berlusconianas. Pero estoy convencido que es un falso recuerdo. Una alucinación generada por la rumorología unida, claro, al frecuente consumo de drogas blandas en el que incurríamos buena parte de los jóvenes sin que el Consistorio tomara cartas en el asunto.

También tenía mala fama Arteta por el hecho de no vivir en Móstoles. El candidato del partido popular, Parro, vivía en cambio en la urbanización Parque Coimbra y eso le dio votos. Parque Coimbra está fuera del casco urbano –3.000 chalets construidos entre el único bosque que quedaba en el término de Móstoles–, pero otorga a sus residentes la nacionalidad mostoleña, por más que muchos de ellos sean separatistas y se sientan más cerca del oeste pijo y boscoso –Villaviciosa, Boadilla, Majadahonda– que de la cabecera del suroeste proletario y desertizado.

De todos modos parece que la condición de ser alcalde de Móstoles es incompatible con vivir en el municipio: Parro y su familia se largaron al poco tiempo a Boadilla. Y eso que Parque Coimbra no está mal en términos de pijerío. Viven incluso VIPs como Mariano Mariano y aquel periodista calvo, bigotudo y gracioso que presentaba el informativo matinal de Telemadrid.

Arteta era un tipo entrañable. Su policía municipal nos pedía amigablemente que apagáramos las hogueras que hacíamos en el parque de La Rioja para calentarnos mientras hacíamos botellón en pleno invierno y nos recomendaba que, en la medida de lo posible, evitásemos lanzar objetos contundentes contra los trenes de Cercanías que pasaban al lado. Su oposición al movimiento okupa y la nula protección del casco histórico (dos líneas de actuación en las que el hiperactivo en comparación Parro ha profundizado mucho) impidió que nuestras relaciones con el entonces munícipe fueran mejores.

Nos metíamos mucho con Arteta, pero en el fondo no nos caía tan mal y lo terminamos echando de menos. Cuando Proyecto Kostradamus compusimos la canción de Móstoles en 2002, que era, en buena medida, un ataque directo contra él, ideamos un videoclip (que nunca se grabó) en el que aparecería Arteta (alguien disfrazado de él, con careta) en la piscina de El Soto: con bañador, tumbado a la bartola, nadando... pensamos incluso en que los cambios de ritmo de la canción deberían coincidir con imágenes del alcalde tirándose a la piscina con moviola: es decir, que cuando tocase el agua volvería a subir, en marcha atrás, al borde de la piscina. Eso una y otra vez. Graciosísimo, ¿verdad? Que ideásemos todo eso era prueba del carisma que tenía para nosotros este político.
Nunca se llegó a grabar ese videoclip, pero hubiera sido un precioso homenaje al alcalde que estaba a punto de dejar de serlo. El gran Arteta, el primer edil que mejor ha representado la idiosincrasia y la forma de ser mostoleña, aunque viviera en Las Rozas.

En la actualidad, Arteta redime su fama de poco trabajador en el consejo de administración de Caja Madrid, donde, a buen seguro, suda la gota gorda día a día para llevar un digno salario a su hogar.

domingo, 2 de agosto de 2009

Una imagen vale más que mil palabras



La verdad es que no sé qué decir del tema… todo lo que diga me suena manido y viejo. Y obvio, a estas alturas. Pero el caso que hace falta decir algo.

Ayer vi esta pintada -existe de verdad, no es un fotomontaje- y pensé aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Está en una empalizada en el Pagasarri, la sierra que se levanta al sur de Bilbao. Me parece de una brutal honestidad. Su autor demuestra una capacidad de autocompresión apabullante. Observen que color rojo más bien escogido. Y qué churretes sanguinolentos. No sé si es buscado o no, la verdad, pero como icono representa increíblemente bien lo que es ETA y la gente que les apoya.