martes, 17 de marzo de 2009

Las locuras del Faraón en su corte


Aunque esté lejos, no me resisto a hablar de la última polémica en la corte del faraón: El Ayuntamiento de Madrid y el Obispado, tanto monta/monta tanto, se van a cargar la Cornisa. O, lo que es lo mismo: una de las vistas más características de la capital: el primer skyline famoso de Madrid. El que se ve en La pradera de San Isidro de Francisco de Goya, por ejemplo.

Alberto Ruiz Gallardón finalmente lo ha hecho. Tras años de tiras y aflojas y polémica con los vecinos, el equipo de gobierno municipal ha aprobado que la iglesia pueda edificar cuatro enormes mamotretos en estos terrenos, hasta ahora zona verde, a cambio de que la curia ceda otros al consistorio para que éste construya un polideportivo.


El plan de la iglesia, conocido ya popularmente como el Minivaticano cuenta con una fuerte oposición popular y se está preparando una manifestación que espero sea de dimensiones épicas para parar semejante atropello. Espero. (+ Info en Público).


La cosa es que el caso me hace reflexionar sobre Gallardón: ¿Qué le ha pasado?
Sigue teniendo una muy buena imagen dentro y fuera de Madrid. Y yo no digo que no hubiera un momento, cuando estaba al frente de la Comunidad de Madrid, en el que fue el gestor responsable y político moderado que mucha gente sigue creyendo que es.
Pero el caso es que, al frente del Ayuntamiento de Madrid se le ha ido la olla (ver vídeo). ¿Qué le ha pasado?




En mi opinión su gestión municipal ha sido un desastre. Ha endeudado Madrid hasta las cejas porque decidió meter todo el dinero en hacer el gigantesco túnel de la M-30 en solo tres años. El resultado es que el resto de proyectos de regeneración de la ciudad (bastante más ilusionantes que ése) están parados. El presupuesto se lo comen los intereses del préstamo a 30 años pidió para construir lo que quizá sea su mausoleo político. Ni siquiera hay dinero para recuperar la rivera del Río Manzanares… ¡¡Que es precisamente la razón por la cual se decidió soterrar la M-30!! Dos años después de que se acabara la obra subterránea (la que no se ve), Madrid-Río (la parte que sí se ve) es un escenario post-apocalíptico. Digo yo que podrían alquilarlo para grabar alguna película tipo El Día Después y así recuperar algo de pasta.

Y sobre su supuesta moderación… qué decir. Vale: Gallardón es gay-friendly y sus políticas sociales cuando estuvo en la Comunidad de Madrid eran sensatas. Pero el hecho de poner a Ana Botella -¡¡Ana Botella!!- de concejal de Asuntos Sociales invalida todo lo anterior. Y ahora firma con este personaje siniestro que es Rouco Varela –puntal de esa institución siniestra que es la Conferencia Episcopal- el convenio para cargarse la mitad de las Vistillas (a las cuales habrá que cambiar el nombre).

A Gallardón se le ha ido la pelota. No pasa nada… nos puede pasar a todos. Te levantas un día y el coco te hace catacrack. Lo que tiene delito es que la gente no se de cuenta.
Gallardón llevaba dos legislaturas al frente de la Comunidad de Madrid. Todo el mundo hablaba bien de él: se le consideraba la esperanza de que el PP se desfachacisara y se homologase con la democracia cristiana europea y él ya se veía candidato a la presidencia del gobierno.

… Pero llegaron las elecciones de 2003, municipales y autonómicas, y su partido decidió contrarrestar la seria amenaza de que el PSOE recuperase la capital con Trinidad Jiménez poniendo a Gallardón por sorpresa como candidato a alcalde. La jugada se completó colocando a Esperanza Aguirre de candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Nadie pensaba entonces que Aguirre, que hasta entonces había hecho el ridículo en el Ministerio de Cultura y en la presidencia del Senado, fuese el animal político que ha demostrado ser… más que otra cosa, el candidato socialista, Rafa Simancas, era tan poco carismático y tenía tan poca gracia y poco contenido que el PP pensaba que le podía ganar con cualquier cosa.

Y así fue. Hizo falta repetir las elecciones, vale, (véase Tamayazo)... pero a la segunda, Esperaza ganó. Y, sorpresa (segunda sorpresa): todo el ascendente que Gallardón tenía en el PP se esfumó en dos días. El PP comenó a idolatrar a Esperanza porque decía y ponía en práctica las insesateces del lobby neocon (ya se están viendo los éxitos en los que estas políticas han traído a Madrid). Yo también habría perdido la chaveta en ese momento, oiga.

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