"Israel no necesita la paz y mientras ésta no sea rentable no la buscará". La frase es del periodista Ramón Lobo, está sacada de su blog. Naomi Klein, en 'La Doctrina del Shock' viene a decir lo mismo: Israel, gracias a sus aliados occidentales, ha creado un negocio a partir de la Guerra. La guerra le viene bien a las compañías que se instalan en el terreno palestino ocupado y montan, por ejemplo, invernaderos; pero también a las numerosas empresas de seguridad y de industria militar israelíes. La guerra es una oportunidad de negocio.
Normalmente la paz suele traer la prosperidad económica, pero el Estado de Israel se las ha ingeniado para que se invierta la norma general. Son los estadounidenses y los europeos, los aliados de Israel, los que deberían encarecer el precio de la guerra para forzarles al compromiso.
En su blog, Lobo también habla de la reducción del Otro a mera estadística, que es lo que hacen todos los bandos cuando hay una guerra, lo que hacía Stalin cuando (apócrifamente) decía "la muerte de un hombre es una desgracia, la muerte de millones, estadistica" y es lo que hace el Embajador israelí en España, Raphael Shultz, cuando, preguntado por el asesinato a sangre fría de activistas desarmados en misión humanitaria, una violación flagrante de la legalidad internacional, responde (según cita El Mundo) con lo siguiente: "A bordo iban 600 personas y murieron 10, no hubo desproporción".
Es una barbaridad decir una frase así... y el caso es que ningún otro medio de comunicación parece haberse hecho eco de la misma, lo cual me hace pensar en la conocida imaginación creativa de los jefes del diario El Mundo. Desde luego, si lo dijo así tal cual, sería como para contestarle: "Hombre, Nicolas, eso lo dices porque tú no estás muerto".
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miércoles, 2 de junio de 2010
lunes, 5 de enero de 2009
Palestina

Palestina es el nombre de un cómic de Joe Sacco, probablemente el más conocido. Lo compré y lo leí hará un par de años, por recomendación de una amiga. Y me pareció imprescindible. Creo que hoy lo es más que nunca.
Sacco, que, además de dibujante es periodista, viajó a Gaza y Cisjordania en 1991 y 1992 para documentar el conflicto árabe-israelí desde el punto de vista de la población palestina. No iba buscando la gran exclusiva. Simplemente compartir su vida con la gente a la que se lo han robado todo: su tierra, su trabajo, la libertad de moverse, la juventud... Supongo que Sacco quería comprobar si era verdad todo lo que se decía de los palestinos. Si los niños muertos eran o no propaganda de los terroristas.
Sacco también estuvo entre los israelíes. De hecho, en un principio se alojaba fundamentalmente en territorio israelí. A caballo entre Jerusalén, Ramala, Gaza o Tel Aviv habla con unos y otros. Deambula de un lado a otro de la línea que separa Israel de los territorios palestinos ocupados y se va encontrando con claves del conflicto entre los dos pueblos en boca de los protagonistas. Otras veces retrocede 60 años, hasta la creación del Estado de Israel para encontrar las raíces.
El poder israelí no sale muy bien parado en esta novela gráfica... esto está claro y es de esperar. En un momento dado Sacco dice que ya se imaginaba antes de ir a los Territorios Ocupados lo que puede pasar con alguien quien cree tener todo el poder y añade que no encontró grandes sorpresas al verlo manifestarse en las fuerzas de ocupación.
Pero el autor no se limita a denunciar la prepotencia del Estado israelí o el fundamentalismo islámico entre la resistencia palestina. Baja a la calle y pregunta... a unos y a otros. Al pueblo. Y ahí no juzga. No habla de buenos y malos. Nos cuenta lo que ha visto para que lo hagamos nosotros.
PS.: Más sobre Palestina en el blog de Hernán Zin
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