miércoles, 17 de diciembre de 2008

Hombres-anuncio

Hoy, dos meses después, el alcalde Ruiz-Gallardón ha anunciado que se raja y que el Ayuntamiento de Madrid no prohibirá los hombres anuncios. Menos mal.

No es la primera vez que el primer edil se tiene que comer con patatas sus planes de amoldar la ciudad a su concepto de belleza -por llamarlo algo-. Gallardophis II ya promulgó hace un par de años el final de los heréticos rótulos de neón de la Gran Vía y su edicto fue ignorado por el pueblo.

Porque, a ver: ¿Quién se ha creído Gallardón para imponer sus gustos estéticos? Es SÓLO el alcalde. Las calles no son suyas. Son de sus ciudadanos. De los ciudadanos de Madrid.

Yo entendería que mucha gente considerase hortera el criterio estético de los madrileños. Pero Gallardón no debería. Gallardón está completamente desautorizado para ello.

Dice que hay que prohibir los hombres anuncio y los letreros luminosos porque le parecen de mal gusto. Prohibe que se vendan artículos de broma en los puestos navideños de la Plaza Mayor porque le parecen de mal gusto. Según él no van con el espíritu de estas fiestas. ¿De dónde se saca eso? Lo más autóctono y peculiar de la navidad en Madrid a ojos del forastero es toda la gente que hay con pelucas o sombreros de chufla. Me hacía ver el otro día mi amigo Maki y tiene razón.

Neón, hombres anuncio y artículos navideños de broma son de mal gusto... Esto te lo dice el tipo que llenó la ciudad de espantosos pantallazos publicitarios. El tipo que ha decido, con motivo de las presentes pascuas, llenar todas las plazas de la ciudad de kioskos que producen estrés visual.

Creo que el alcalde está bastante invalidado para opinar en materia estética. Todo lo que ha construido en la ciudad tiene aspecto de estar a medio terminar: con cables por fuera, indicaciones provisionales, vallas de obra y una pátina de polvo. Marca de la casa.

O a lo mejor soy yo, que no se ver lo vanguardista de las propuestas del alcalde...

... Madrid Río es un escenario postnuclear. Como lo vea Kevin Costner, nos hace una película.

... La calle del Arenal, recientemente peatonalizada, tiene baldosas extraibles para que los turistas puedan llevarse un souvenir de Madrid y sus alcorques están vacíos para que los ciudadanos se impliquen con la protección del medio ambiente: ¡Planta tu propio árbol, madrileño!

... El nuevo Ayuntamiento es una metáfora de la ciudad en permanente cambio y reinvención: más de un año y medio después de su inauguración sigue en obras. Hace unos meses, cuando lo pude ver por dentro, estaba a medio amueblar y unos cutre-folios pegados en las paredes con fixo servían para indicar la ubicación de algunas estancias.

Podría seguir. Todos conocemos los últimos lavados de cara que ha dado el alcalde a la ciudad. Dicen que la cara es el espejo del alma... y el alma de esta ciudad está siempre con cables por fuera, indicaciones provisionales, vallas de obra y una pátina de polvo.

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