miércoles, 27 de mayo de 2009

El trinque VS romper cosas como método de acción política

Hola, amigos de la tricotosa!

Hoy voy a hablar de dos temas que aparentemente no tienen relación. A ver que tal me sale.

Todo el mundo, aquí en Bilbao, se queda sorprendido de que cande mi bicicleta con dos seguros, uno de ellos de hierro macizo. Juzgan excesivo mi miedo a que me roben mi único medio de transporte. Y la verdad es que, preguntando, no he encontrado a nadie que me haya dicho que le hayan robado su bicicleta. A mí en Madrid sí que me robaron una bicicleta. Y un Opel Kadett.

En cambio nadie de Bilbao se ha mostrado demasiado sorprendido cuando les he contado con total indignación que alguien me ha pinchado ya dos veces las ruedas de mi bici, con nocturnidad y alevosía, cuando ésta dormía dentro del portal y otra vez más cuando estaba en la calle.

El fin de semana pasado estuve en Madrid y le contaba todo esto a mi amigo Maki. Y el me respondió con lo mismo que pensaba yo pero mejor verbalizado: “¡Hay que ser gilipollas para romper algo que no puedes robar!”.

Risas.

Después, la conversación siguió por una derivada: el robo y lo socialmente aceptado que está en la cultura mediterránea, latina o como queramos llamarla. Esto llevó a deducir un nuevo hecho diferencial, una nueva brecha cultural que nos divide racial y radicalmente a los vascos y a los malvados españoles.

Los españoles tenemos una gran predisposición a entender el trinque como algo normal y cotidiano para conseguir objetivos. Y los vascos, parece que no tanto... pero, en descargo, parece que sí entienden que romper cosas es un método válido para conseguir objetivos; en este caso, parece ser que la ocupación de 30 centímetros del paso comunal por parte de una bicicleta invasora justificaba la eskalera borroka.

¿Qué es mejor? ¿Qué es peor? Yo no lo sé, oigan.

El mejor ejemplo de aceptación ibérica de la corrupción es lo que está pasando con los casos Gürtel, Fundescam y demás. Bueno, yo anuncio hoy, aquí, que Camps y toda la tropa ya están absueltos. No hace falta celebrar juicio. No cal fer el txui, que dirían en Valencia.

Lo están. Porque la sociedad les absuelve. Nadie, fuera de los lectores habituales de El País o Público, está demasiado escandalizado por el asunto. Y… ¿por que iban a estarlo?, si seguramente todos también han intentado trincar alguna vez o lo harían si tuvieran la ocasión.

Es realmente difícil que el juez que lleva el caso condene a la contraparte política de la trama. Si no, Rajoy no se habría mostrado tan cercano a Camps estos días. Judicialmente, se van a ir de rositas seguro. Pero eso es lo de menos. Ha habido políticos contra los que nunca se ha podido demostrar nada por los tribunales, pero que tuvieron que dejar el cargo ante el escándalo que se montó.

Y eso no está pasando.

¿Quién en este país no dejaría regalar que un amiguito del alma le regalase unos trajes a medida? ¿Y quién no le devolvería el favor a ese amigo del alma utilizando su posición?

Pues igual ni yo ni mi amigo Maki lo haríamos… pero no estamos en ningún parlamento sino que nos limitamos a arreglar el mundo con una litrona en la mano en las Vistillas de Madrid, histórico parque, que, por cierto, la simpática jerarquía eclesiástica española (AKA The Spanish Inquisition) va a cubrir de hormigón.

Los fabulosos Lendakaris Muertos, que son de Pamplona, pero pese a ello son malvados (y, según algunos, también españoles) tienen una canción llamada Vine, vi y me vendí en su disco homónimo que resume muy bien lo que es la cultura del trinque en este país. Después de narrar las andanzas del “alcalde del pueblico / que ha desaparecido”, preguntan ¿“y tú que harías” si fueras el primer edil? y se responden: “seguramente me aprovecharía”.



Pues eso.

En cuanto a la eficacia de romper cosas como método de acción conducente a la consecución de determinados objetivos, mucha gente tiende a pensar que no es un método demasiado eficaz -y, efectivamente, Euskal Herria no es hoy más libre porque en el pasado hayan ardido unos cuantos cajeros automáticos y containers de papel- pero el caso es que yo sí que estoy metiendo mi bici en mi casa por las noches. Así que, en este caso concreto, objetivo conseguido. Claro que si el/la gilipollas hijo/a de una hiena y un chacal que me pincha las ruedas hubiera llamado al timbre y me hubiera pedido que no dejase la bici en la escalera, el efecto hubiera sido el mismo.

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NOTA. Este post se mueve entre el cinismo y la ironía. Espero que sea entendido y no me quede sin amigos. ;-)

3 comentarios:

  1. jajaja estoy convencida que de esta te quedas sin amigos! ;D

    Tb está escrito entre la ironía...

    un saludo!

    Pd. lo peor de todo es que los gürtel NOS ROBAN y encima la gnete les vitorea cual héroes! esto solo pasa aquí!

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  2. Qué divertido, Sergio. Me ha encantado esa hipótesis de brecha cultural. En Madrid se roba y en Euskadi se rompe por tocar los ovarios, básicamente. Y de ahí la kale borroka. Curioso. Y lo de la corrupción llevas razón. El otro día escribía Elvira Lindo o Rosa Montero (por algún motivo las confundo) que lo gordo del asunto es que probablemente los corruptos no se sientan como tales, no identifiquen que delinquen sino que piensan que la gente les regala cosas por simpatía.

    Y como dices, socialmente están absueltos, porque la gente hasta les admira. Jesús Gil, ese entrañable jeta, ¿no? ¿Y quién no le echaría mano a la caja si pudiera? Triste país. España, digo. Según tu teoría, en Euskadi hay menos corrupción. ¿Será así?

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  3. Bueno, mi teoría se me ocurrió como mero "pegamento" para hablar de dos cosas que tienía en la cabeza en la misma entrada.
    No sé si tiene algo de verdad detrás, pero me pareció que la idea valía más por provocadora que por verídica. Me has conocido muy comedido, pero yo suelo ser a veces bastante tocaovarios también... jeje.
    Sobre lo de que en Euskadi hay menos corrupción. No lo sé, sinceramente. Creo que valdría lo de "en el país de los ciegos, el tuerto es el rey", porque también hay sus cositas. Por eso pongo la canción de los Lendakaris, que son de aquí y que escriben una canción sobre corruptelasmunicipal en un puebliCo (ergo, de Navarra o Álava) que podría haber escrito también una banda punki de Almería o Madriz. O sea, que el subconsciente colectivo en cuanto a estos temas no es muy distinto en un lado o en otro.

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