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lunes, 5 de octubre de 2009

Emprendedores y universidad


"La Universidad española no crea empresarios no emprendedores, sino sólo aprendices de mileuristas." Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, emprendedor, empresario y creador de  OcioNetworks oYes.FM, durante el III Congreso de Webmasters.
Pues tiene razón. Desde que salí de la universidad hace cuatro años llevo dándole vueltas al bolo a ver si se me ocurre algo para ganar pasta siendo mi propio jefe... y, vaya, que no... Que no me da, como diría Borja de QVMT.

Qué envidia me da Alejandro Suárez y, en general, todos los emprendedores a los que les pagan dinero por soltar por la boca la primera sandez que les sube por la faringe sin que les pase antes por el cerebro.  *

Da igual que sea una conferencia sobre Internet o un foro sobre ocultismo y pseudociencia... el caso es que hay personas que tienen el don de hacer aflojar la pasta a otras personas a cambio de sus palabras. Y yo no lo tengo. En general parece que los periodistas, que en el pasado lo tuvimos, hemos perdido ese don. A los periodistas se nos pide que nuestras palabras se sustenten en datos y en este país lo que da dinero es la opinión no fundamentada. Y cuanto más estertórea y menos sostenida con datos fiables, más dinero da.

No obstante, tiene razón Don Alejandro. Los emprendedores españoles no van a la universidad: no pierden el tiempo de ese modo. Los emprendedores españoles van a las bodas de políticos. Los emprendedores españoles se presentan -trajeados y con tarjetas de visita- en hoteles, conferencias o fiestas donde se juntan los que manejan el cotarro. Invierten en trajes y relojes y recogen cuantiosos beneficios en dinero público gestionado por amiguitos del alma. Hay que ser un auténtico artista para hacer eso bien... y eso no se aprende en la universidad.

El trabajo de Alejandro Suárez me merece el máximo respeto. Es parte del 1% de los emprendores de su sector que no vende humo, sino servicios que pueden ser útiles. Y sus opiniones también me merecen respeto, por supuesto. Eso sí, que le paguen pasta por ser el ciudadano número 14.459.910 que se mete con la universidad pública usando el argumento de que no forma a empresarios emprendedores ya me da por culo.

Firmado: un aprendiz de mileurista.

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* Alejandro Suárez no cobró por dar su ponencia en el encuentro, según los organizadores. La cosa ha generado la polémica más interesante que ha causado hasta ahora este blog y los mayores capones que me he llevado hasta la fecha, así que, por favor, mirad los comentarios. Sólo añado que yo me refería a este tipo de eventos en general y fue un error particularizar en uno... porque no pretendía dirigir las críticas a éste en concreto (que igual no se la merece) si no utilizarlo como detonante, como excusa para sacar el tema.

martes, 14 de abril de 2009

El sueño ibérico

Esta mañana en una tertulia matutina de la tele alguien ha dicho algo que me parece fascinante ahora que lo acabo de recordar. Realmente no sé si ha sido en el programa de Pepa Bueno o en el de María Teresa Campos. Estaba medio dormido y preparándome el café y he cambiado en algún momento, no recuerdo cuando, de Telecinco a TVE. El caso es que, a propósito del nombramiento de José Blanco como Ministro de Fomento se aludía a unas declaraciones del interesado en las que decía sentirse especialmente orgulloso de su nombramiento porque su padre había sido funcionario del mismo ministerio, pero de rango muy, muy inferior: peón caminero.

Entonces alguien contestado que alguien dijo alguna vez que España era el país de Europa que más se parecía a los Estados Unidos, en el sentido de que era el que tiene una mejor meritocracia… que un hijo de un peón puede llegar a ministro… e incluso acuñó la expresión "Sueño Ibérico". Ahora que lo pienso, creo que ha sido Pepa Bueno. El Sueño Ibérico. Toma ya. ¡Qué concepto!

Para empezar no creo que la supuesta meritocracia española haya funcionado especialmente bien nunca. Si eres listo y tienes perseverancia puedes atravesar el techo de cristal a base de cabezazos… pero ese techo está ahí. Pero bueno, vale, digamos que hasta ahora ha habido posibilidades de que, si eres un crack, pudieras llegar lejos aunque tu familia no tenga muchos recursos. Conozco unos cuantos ejemplos espectaculares.

Y luego está el caso de millones de personas como yo, el del crecimiento sostenido, ya sabéis: mis abuelos eran jornaleros, mis padres administrativo y auxiliar de enfermería y yo soy periodista.

Pero ahí se acaba.

Yo no tendré dinero para pagarles los estudios a mis hijos (si los tengo algún día). Y mis hijos no podrán pagárselos ellos mismos por culpa del Plan Bolonia (o mejor dicho, por la letra pequeña del plan Bolonia… pero ya volveré sobre eso). Parece ser que el supuesto sueño ibérico era una anomalía en la historia de este país y había que corregirla.

El mileurismo que convierte en eternos jóvenes semiemancipados a buena parte de los nacidos después de 1975 ya anticipa que nuestra generación va a vivir peor que la de nuestros padres y primos mayores. Dicho de otra forma: la Clase Media mengua. Para empezar el Ministerio de Fomento ya no emplea a peones camineros como funcionarios; subcontrata a empresas que subcontratan a trabajadores eventuales que trabajan como peones de lo que sea y que seguramente tienen condiciones peores que las del padre de José Blanco.

Y la reforma de las universidades o Plan Bolonia, yo creo que también va en el mismo sentido. La gente más brillante que conozco resulta que es la misma gente que se sacó o se está sacando la carrera mientras trabaja. Y resulta que el Plan Bolonia, dado que “quiere hacer al estudiante partícipe de su formación”, prescribe la asistencia obligatoria a clase.

Eso viene en la letra pequeña, claro. Porque la grande no se discute: por supuesto había que reorganizar algunas carreras, hacerlas más prácticas (...pero no a costa de que los programas los dicten las empresas), y crear un sistema de universidades común en Europa. Pero la letra pequeña es bastante fea. Igual de feo que es que nadie nos haya dicho aún que los másters (que complementan a los grados de cuatro años y que son virtualmente obligatorios) van a costar lo mismo que vienen costando los últimos cursos de las actuales licenciaturas. Como nadie nos ha dicho eso, tendremos que suponer que costarán como los másters clásicos: de 5.000 euros p’arriba.

Tuve una profesora que era una gilipollas y que me dijo una vez que no le servía como excusa para hacer un examen en septiembre que ese día estuviera trabajando; que en sus tiempos, la gente o estudiaba o trabajaba. “Y estudiaba el que podía”, debí decirla. Bueno, pues las tesis de esa gilipollas parece que son las que han triunfado.

Y luego dirán que hay crisis porque no consumimos lo suficiente y nos bajarán aún más el sueldo.