sábado, 8 de noviembre de 2008

Tabajos absurdos (1): AFORADOR

* Lo que viene a continuación es literatura una paja mental. Podría ser verdad o ficción o las dos cosas. O ser las historia de un tercero contada en primera persona.

Uno de los trabajos más raros que hice nunca fue el de aforador de autobuses nocturnos. No es el más absurdo, pero es en el que peor me gané mi sueldo. Un aforador es un tipo que cuenta el número de personas que se suben y se bajan de un autobús o de un tren de metro o cercanías. El Consorcio Regional de Transporte realiza anualmente un estudio de la utilización de las diversas líneas de transporte público y para el trabajo de campo se sirve de jóvenes (estudiantes, en la mayoría de los casos), dotados de un chaleco reflectante y una especie de calculadora que cuantifican el trasiego de viajeros.

Ayer bajándome del autobús en Príncipe Pío los vi. La campaña de aforación tiene lugar en estas fechas por algún motivo. Espero que ahora se haga mejor que entonces. Supongo que sí; más que nada por el chaleco y la calculadora.

Yo curré en esto en octubre o noviembre de 2002. Una compañera de la facultad, R., nos propuso a varios trabajar contando la gente que usaba los autobuses nocturnos que salen de la Plaza de Cibeles. Pagaban dos o tres mil pesetas por estar unas tres horas y yo me apunté.

R. estaba a cargo del puñado de colegas universitarios que había reclutado. A su vez ella rendía cuentas a un tipo que estaba contratado por la empresa con la que el Consorcio había subcontratado el servicio de aforación. Es decir, yo era el último eslabón de una larga cadena y por supuesto nunca firmé nada parecido a un contrato.

Nos plantamos a las tres menos algo en Cibeles, nos echaron una charla y nos dieron papel y boli. A mi me pusieron a cargo del autobús N 17, que es el que va desde Cibeles a Villaverde Alto pasando por la zona de la carretera de Vallecas. Un autobús que no cogía casi nadie. Lo sé porque la primera vez hice mi trabajo correctamente y no me dormí. Había que montarse en el autobús y apuntar cuántas personas se subían y se bajaban en cada parada.

Hay que tener en cuenta que el López de 2003 no era la persona responsable, amante del dato objetivo y preciso, (y digna de tener en cuenta en un proceso de selección laboral por parte de cualquier directivo de un medio de comunicación que eventualmente leyese este blog) que soy ahora. En el segundo viaje no pude evitar dormirme durante el trayecto de ida y el de vuelta. Luego rellené la hojita teniendo en cuenta que los números totales de personas que habían subido y que habían bajado coincidiesen.

El resto de las veces (que fueron seis, dos viajes durante tres días repartidos en dos fines de semana) no hice lo suficiente por evitar caer en las garras de Morfeo según mi culo se posaba en el duro asiento de los buses de la EMT. Supongo que es porque yo aquellas noches salía de juerga con mis amigos como habitualmente y llegaba al búho algo piripi.

Me despertaba al final del trayecto y rellenaba el papelito con lo que me parecía. Era un papelito miserable. No era un formulario en condiciones con un membrete oficial, sino una jodida hoja fotocopiada con una tabla de Word. Hecho esto, esperaba que un tipo, cuyo nombre no recuerdo, me diera la pasta.

Luego alguien incluía esos datos en un estudio. Al segundo fin de semana me dio cargo de conciencia y me quité de aquello.

* TRABAJOS ABSURDOS se publicará todos los fines de semana en este blog y pretende ofrecer una visión personal y de interés cuestionable acerca de aquellos tiempos -ya pasados- en los que en este país se podía ganar dinero con cualquier gilipollez si uno le echaba algo de cara.

2 comentarios:

  1. Yo trabajé un mes haciendo etiquetas... es lo que tienen las ETT´s que te buscan casi cualquier cosa! y lo mejor de todo es que no lo ganaba mal, y me pasaba el día andando por el super centro comercial! "revisora de precios!"

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  2. has tenido trabajos muy raros, no me volvere a quejar de ser camarera en el nueva....

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